Carne y Masculinidad
La masculinidad se fundamenta en un conjunto de comportamientos, rasgos y roles sociales (Dunning, 1986). Requiere de una constante reaprobación, lo que aumenta la sensibilidad y vulnerabilidad de los hombres ante el estatus social y los estímulos de género (Vandello et al., 2008), dando lugar a comportamientos estereotipadamente masculinos. Algunos de estos se manifiestan a través de las elecciones dietéticas y el ejemplo más clásico es el consumo de carne. Comer carne es una performación de género, es decir, una forma de mostrarse masculino frente al mundo.
LOS HOMBRES COMEN MÁS CARNE
Precisamente, los hombres que más se ajustan al rol de género tradicional son quienes consumen más carne. Además, son ellos quienes se muestran menos abiertos al vegetarianismo y a la reducción del consumo (Rosenfeld & Tomiyama, 2021). Comer carne refuerza y reafirma la identidad masculina tradicional (“real men eat meat”). Es por eso que, tanto los hombres que más se ajustan al rol tradicional como aquellos que quieren hacerlo – que están preocupados por no ser suficientemente masculinos –, son quienes más carne consumen. En este segundo grupo se incluyen los hombres que sienten masculinity stress. El masculinity stress alude a la sensación de no alcanzar los estándares de género, es decir, el hombre siente que no es suficientemente masculino (Reidy et al., 2014). No comer carne supone una amenaza para la masculinidad, ya que se percibe como una ruptura con los roles de género tradicionales (hombre cazador). Por eso, es algo que los hombres que perciben masculinity stress “no pueden permitirse”. Por el contrario, ellos muestran una mayor adherencia al consumo de carne y esto lo hacen porque comer carne es una forma de reafirmar su masculinidad y virilidad (De Backer et al., 2020; Mesler et al., 2022).
De otra parte, los hombres que se identifican más con las nuevas masculinidades comen menos carne y se muestran más predispuestos a reducir su consumo (De Backer et al., 2020). Han entendido que no es necesario reafirmarse en el rol de género masculino y no sienten la necesidad de validarse a través de valores como la fuerza o la virilidad.
De manera opuesta, el consumo de carne de las mujeres no varía en función de su grado de conformidad con su rol de género, es decir, el hecho de que una mujer se sienta “muy femenina” o “poco femenina”, no afecta a su consumo de carne, mientras que sí lo hace en los hombres. Los hombres que se sienten más conformes con su rol de género consumen más carne (Rosenfeld & Tomiyama, 2021). Esto se debe a que la carne es un alimento concebido como “masculino” y relacionado con valores típicamente masculinos (virilidad, fortaleza e incluso violencia). Por tanto, un mayor consumo de estos alimentos no va a proporcionar un mayor ajuste a su rol de género en el caso de las mujeres, pero sí de los hombres.
LA ORIENTACIÓN SEXUAL TAMBIÉN INFLUYE
Algunos hombres gays tienden a consumir más carne. Ser gay y “comer como un hombre”, al igual que mostrar un “cuerpo masculino” puede ser una estrategia para evitar la discriminación a la que se les somete por su orientación sexual (Unsain et al., 2020).
Por otra parte, por lo que refiere al juicio emitido respecto a sus preferencias dietéticas, los gays vegetarianos son evaluados de forma más negativa, es decir, son más juzgados, que las lesbianas vegetarianas. Ellos suponen una doble amenaza al statu quo por 2 motivos: en primer lugar, rompen las expectativas para su género por su orientación sexual (se les considera “poco masculinos”) y, adicionalmente, siguen una dieta que se considera poco masculina.
HOMBRES VEGANOS VS MUJERES VEGANAS
Ser vegano siendo hombre plantea un desafío al statu quo y rompe con los mandatos de género. Ya desde pequeños tenemos la concepción de que las verduras son “femeninas” y la carne “masculina”, tal como se ha observado en algunos estudios. Por eso, los hombres veganos constituyen una mayor amenaza y reciben más críticas que las mujeres veganas.
Los hombres veganos, al romper el vínculo entre carne y masculinidad, abren la vía a nuevas formas de masculinidades. Adquirir un estilo de vida vegano siendo hombre deriva en una normalización de las nuevas masculinidades. A su vez, la existencia y expansión de las nuevas masculinidades genera actitudes más positivas al vegetarianismo, un menor apego al consumo de carne y mejor salud y mayor sostenibilidad medioambiental.
HOMBRES, CARNE Y TESTOSTERONA
La concepción de que no consumir carne es poco masculino se perpetúa a través de la desinformación en los medios de comunicación y las redes sociales, donde se alerta de que algunas alternativas vegetales, dado su mayor contenido en fitoestrógenos, disminuyen la virilidad o “afeminan” a quienes la consumen. No obstante, nada más lejos de la realidad: el consumo de alternativas vegetales (soja o cualesquiera otras) no va a disminuir tu virilidad ni a hacerte “menos hombre”, sea lo que sea eso.
Si todavía dudas, piénsalo: el consumo de soja en Asia está muy extendido. Si el consumo de productos a base de soja afeminase a quienes la consumen, ya habríamos constatado un importante problema en este sentido. Además, el consumo de alternativas vegetales en sustitución de productos animales influencia positivamente varios determinantes de la salud y contribuye al mantenimiento de un peso saludable, lo cual redunda en una mejor salud sexual, mayor calidad del esperma y mayor lívido.
¿POR QUÉ ES RELEVANTE CONOCER LAS DIFERENCIAS POR SEXO EN LA ALIMENTACIÓN?
Dado el gran impacto medioambiental de la alimentación y la elevada carga de enfermedades no transmisibles, existe consenso en la comunidad científica entorno a la necesidad de transitar hacia patrones dietéticos saludables y sostenibles. Estos procuran salud humana y medioambiental, a la vez que permiten un reparto más justo de alimentos. Los hombres tienen un riesgo superior de muerte prematura por elevado consumo de carne roja y procesada en comparación con las mujeres, y se muestran menos predispuestos a reducir su consumo de carne. Por tanto, es importante investigar qué factores son los que contribuyen al consumo masculino de carne y cuáles pueden facilitar su reducción, para así afinar las intervenciones dietéticas sobre este colectivo y lograr acercarles a una alimentación más saludable y sostenible.
Las nuevas masculinidades son precisamente el factor que más determinan la predisposición a reducir el consumo de carne en hombres. Por tanto, promover actitudes igualitarias entre las generaciones más jóvenes, además de por el impacto más obvio a otros niveles, puede ser una vía para fomentar la apertura hacia la reducción del consumo de carne a largo plazo, lo cual resulta imprescindible si queremos transitar hacia un sistema alimentario saludable y sostenible.
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REFERENCIAS
De Backer, C., Erreygers, S., De Cort, C., Vandermoere, F., Dhoest, A., Vrinten, J., & Van Bauwel, S. (2020). Meat and masculinities. Can differences in masculinity predict meat consumption, intentions to reduce meat and attitudes towards vegetarians? Appetite, 147. https://doi.org/10.1016/j.appet.2019.104559
Dunning, E. (1986). Sport as a Male Preserve: Notes on the Social Sources of Masculine Identity and its Transformations. Theory, Culture & Society, 3(1), 79–90. https://doi.org/10.1177/0263276486003001007/ASSET/0263276486003001007.FP.PNG_V03
Mesler, R. M. D., Leary, R. B., & Montford, W. J. (2022). The impact of masculinity stress on preferences and willingness-to-pay for red meat. Appetite, 171. https://doi.org/10.1016/j.appet.2021.105729
Reidy, D. E., Berke, D. S., Gentile, B., & Zeichner, A. (2014). Man enough? Masculine discrepancy stress and intimate partner violence. https://doi.org/10.1016/j.paid.2014.04.021
Rosenfeld, D. L., & Tomiyama, A. J. (2021). Gender differences in meat consumption and openness to vegetarianism. Appetite, 166. https://doi.org/10.1016/j.appet.2021.105475
Unsain, R. F., Ulian, M. D., de Morais Sato, P., Sabatini, F., da Silva Oliveira, M. S., & Scagliusi, F. B. (2020). “Macho food”: Masculinities, food preferences, eating practices history and commensality among gay bears in São Paulo, Brazil. Appetite, 144, 104453. https://doi.org/10.1016/J.APPET.2019.104453
Vandello, J. A., Bosson, J. K., Cohen, D., Burnaford, R. M., & Weaver, J. R. (2008). Precarious manhood. Journal of Personality and Social Psychology, 95(6), 1325–1339. https://doi.org/10.1037/A0012453