Las mujeres de pechos perfectos no estamos bien representadas en la ficción

Nicola Coughlan ha hablado y lo ha hecho en nombre de todas las mujeres que nos hemos sentido olvidadas, o más bien obviadas intencionadamente, por la ficción.

Los Bridgerton nos han traído el primer producto mainstream con la representatividad digna que nos merecemos. Nos  ha regalado unos estándares en los que su temporada 3 es lo mínimo que exigimos a una producción para poder permitirse el lujo de considerarse inclusiva y realista.

Los Bridgerton nunca ha sido mi serie favorita, ni siquiera me hubiese atrevido a catalogarla como una buena serie hace un par de meses. Es una serie para adolescentes o para verse un domingo tonto. Como apasionada de la historia (y friki de La Regencia) la falta de rigor histórico y los continuos anacronismos me irritan y divierten a partes iguales. Los Bridgerton no es una serie histórica ni tiene intención de serlo. La carga histórica de los Bridgerton es completamente ornamental, no hay ninguna intención de que la serie se proyecte en las clases de historia. Es una serie que desde su estreno busca la representatividad de la diversidad y esta temporada se han pasado el juego.

Como he dicho, nunca he tenido un especial interés por los Bridgerton, pero como persona que a veces solo quiere verse la cosa más banal y poco profunda del mundo: Me he visto todas las temporadas. De la primera salí con zero interés, de la segunda algo más satisfecha y de la tercera total y absolutamente desquiciada.

Sí, desquiciada.

Yo he sido de esas que tras ver la primera parte de la tercera temporada la ha reproducido en bucle en su tele, de esas que se ha leído el libro de una sentada, pese a no haber leído ninguno de los anteriores y de esas que ha contado las horas minutos y segundos que separaban el 15 de mayo del 13 de junio. En Netflix son unos genios creando hype. Un hype alimentado durante un mes que ha resultado en ansiedad y muchísima expectativa sobre la parte final. Pero no me interesa dar mi opinión sobre la temporada o sobre las polémicas que han surgido, solo quiero hablar de lo que ha supuesto esta temporada para todas las mujeres que están más allá de las mujeres canónicamente delgadas y guapas.

análisis diversidad de los brigerton

Si podemos destacar algo en los Bridgerton es que los personajes masculinos desean. Desean de verdad ¡Están enamorados! No lo ocultan, como nos tienen acostumbrados en la ficción, muchos han sido los memes que han surgido entorno a este punto. Los hombres de los Bridgerton actúan total y absolutamente enamorados, podemos ver el deseo en sus miradas y esto es producto de una excelente actuación, pero también de una dirección que exige y no espera menos.

Shonda Rhimes (directora de Scandal y Anatomía de Grey) es la gran artíficie de la labor en inclusión y representatividad que vemos en los Bridgerton, pero su carrera profesional es larga y los proyectos de los que ha formado parte han sido y son grandes éxitos. Ahí tenemos a la longeva Grey’s Anatomy que nos ha regalado personajes diversos, magníficos y en los que cualquiera se ha sentido reconfortado. Aún así, con los Bridgerton Shonda parece decidida a superarse. Tiene claro que su producto va dirigido a mujeres jóvenes y no piensa permitir que ninguna niña más vuelva a crecer acomplejada por lo que ve en la ficción, o al menos va a intentar que por ella no quede.

La diversidad racial es el gran estandarte de los Bridgerton que desde su temporada de presentación planteó una cuestión:

“¿Cómo sería la sociedad si en el S.XVIII el Rey Jorge de Inglaterra se hubiese enamorado de una mujer racializada y hubiese repartido títulos nobiliarios entre personas de todas las etnias para incluirlos en la alta sociedad?”

Esta pregunta irritó mucho a lo más rancio de Twitter, sí, sabemos que no había personas racializadas en la corte británica del S.XVIII (a duras penas las hay en la actualidad), pero es ficción. Una ficción que pretende mostrarnos una sociedad sin racismo. Una sociedad que sabemos que no existe, pero nos gustaría que existiera.

El primer ladrillo de la diversidad quedó puesto en la primera y segunda temporada con las personas racializadas. Esta temporada ha sido la de todas las otras diversidades. La diversidad de la belleza más allá de los cánones, la de los lores y ladys de todas las tallas, cuerpos y capacidades.

Esta temporada hemos visto a Lores en sillas de ruedas, a debutantes que se comunican en lengua de signos, distintas orientaciones sexuales y a bellísimas y diversas mujeres.

En los primeros minutos vemos como Lady Whistledown presenta a las debutantes de la temporada y lo que vemos son mujeres fuera de los cánones presentadas como las grandes favoritas del mercado matrimonial. Las más deseadas son, por una vez, las que la ficción siempre relega a los personajes graciosos y secundarios. Las amigas secundarias se convierten en las protagonistas de la historia. No es casual que la única debutante que nos muestran que se casa al final de temporada, además de Francesca, sea una mujer racializada de talla 50 que encandila a todos con su seguridad.

La gorda está triunfando, en palabras de Nathy Peluso, en contraposición a una canónica Cressida que se queda soltera por tercer año. No por fea, sino por mala.

Si algo han sabido explotar muy bien en esta campaña promocional desde Netflix es la capacidad de Luke Newton para mirar con auténtica devoción a Nicola Coughlan. Algo que hemos visto delante y detrás de las cámaras.  Quizás eso es lo que le ha aportado credibilidad a esta temporada, era imposible negar el deseo de Colin por Penélope. Penélope es una mujer absolutamente bella disfrutando de su sexualidad, mostrando su cuerpo sin pudor y siendo deseada, de una manera nunca vista, por Colin.

Y se hizo la magia. La primera parte de la temporada solo nos dio un besito. UN BESO y muchas miradas. Con eso nos tenía a todas dentrísimo.

Vale, es posible que ese BESO fuera mucho más que un beso y es que la ultra citada escena final del carruaje es magnífica, posiblemente de las mejores que he visto nunca en una serie. Lo es porque nos muestra a un Colin absolutamente loco de amor y a una Penélope que por primera vez se cree y se siente deseada and I think that's beautiful.

La representación del deseo es lo que ha hecho especial esta temporada. Por primera vez no lucía ficticio, como sacado de una guía sobre como hacer la típica escena de amor, resultaba natural y real.

Poco después de ver la primera parte de esta tercera temporada le comenté a mi hermana que no entendía como podía estar tan obsesionada con la serie. Puedo jurar que se convirtió en mi verdadero Imperio Romano. Pensaba todo el día en ello, en cualquier momento: trabajando, estudiando, cocinando, haciendo yoga, en la cama… Y mi hermana me contestó: “Porque te sientes muy identificada”. Tenía razón.

El pensamiento intrusivo que me invadía una y otra vez era: “Él la desea, él la mira y la ve deseable” y me invadía ese pensamiento porque a menudo es el que tengo sobre mi misma: “¿Soy deseable? ¿Produzco ese efecto en alguien?”. Mi obsesión fue tal durante ese mes que lo hablé con mi psicóloga y llegué con ella a la conclusión que tras veintisiete años y mucha, pero mucha, ficción en las que supuestamente había diversidad, por primera vez me había sentido representada en una serie. Por primera vez podía creerme que ese personaje se sentía igual que me había sentido yo siempre. Y como si fuera magia mi autoestima se disparó. Desde entonces lo que veo en el reflejo del espejo me gusta más que habitualmente. 

Veintisiete años he tenido que esperar para sentirme representada en la ficción, para creerme que alguien puede sentir deseo y amor por un cuerpo no normativo. Si alguien tenía dudas, esto es lo que hace en la gente la representación de la diversidad en la ficción. Si este es el efecto en una mujer adulta, que no hará por una adolescente de quince años. Ha hecho más por mi autoestima cuatro capítulos de los Bridgerton que nada de lo que haya ocurrido en mis veintisiete años de vida. Pero no nos engañemos, no es magia. El efecto Bridgerton se irá y volverán los complejos, aparecerán nuevos. Sin embargo, cuando sienta que se apoderan de mi siempre podré volver a refugiarme en esta temporada y comprobar que todos los cuerpos son deseables.

Paula Estaca

Vivir es militar. Contadora y divagadora de las pequeñas grandes cosas. Madrileña de la Vega Baja alicantina.

Encuéntrame en Twitter, LinkedIn y TikTok.

Anterior
Anterior

Un año de perro

Siguiente
Siguiente

Podcast sobre Veganismo: 7 episodios para ti